Recuerdos de una infancia...
…..recuerdo aquella calle, en la que el bullicio en sus horas punta hacia acto de presencia, sus
personajes danzando sobre ella, algunos
de ellos luciendo sus típicas chilabas, aquellos burros en
fila, uno detrás de otro, con sus espuertas de alpaca a lomos cargadas de ladrillos con destino a alguna
obra, aquella muralla blanca que dividía la calle del cementerio, las ventanas
bajas con sus hojas de madera, aquellas rejas robustas de hierro y en un lugar
de la misma, un pórtico sombrío, con
arco de medio punto y
que daba paso al patio, ese patio, que aún hoy día después
de algunos años, tantos recuerdos me
trae.
Aquella escalera empinada que subía a casa de Carlos, la
casa de Blasinda y más en su interior la casa de mis tíos. Aún recuerdo a mi tío
alto y huesudo, especialmente las muñecas de las manos, de la que siempre nos decía
que el hueso que allí se alojaba era de una aceituna que se había tragado,
rostro enjuto con gafas de pasta y peinado hacia atrás, cruzando el patio
camino a su taller donde , parece que lo
estoy viendo, tantas horas dedicaba a sus pájaros y en la confección de sus jaulitas, más de una vez me puso a
lijar palitos para mantenerme
entretenido, yo siempre le preguntaba.- tito así esta bien.- a lo que el me respondía
algo que nunca llegue a entender.-
sigue, sigue hasta que huela a ajo.- . Aquellas
dos perras de color negro y canela y que tantas veces tuvieron que soportar mi
peso, que no era mucho por cierto, pues mi menudencia era palpable en aquellos años, sobre sus lomos cuando mi
padre me subía en ellas a horcajadas
como si fuesen caballos.
A mi tía en la cocina, con su nevera de madera, casi
artesanal, que enfriaba gracias a
aquella barra de hielo que en su interior alojaba. Mi abuela, mayor, anciana vestida de
negro con la que por desgracia, tan poco tiempo coincidimos en este mundo, la
vida no me dio la oportunidad de
conocerla. Mi hermano mayor en aquella
habitación con sus paredes empapeladas con póster
de personajes de su deporte
favorito, el futbol y
a ratos, escopeta en
mano corriendo detrás de los pajaritos
para convertirlos en su presa de caza o
falta de pájaro, cualquier lata le venia bien, aquel aljibe, encalado de blanco en el centro
del patio, en el que mi hermano menor y yo tanto tiempo pasábamos subidos en
el pendiente de los gatos que por allí pululaban, nosotros, a falta de
escopeta nos conformábamos con piedras y una fatal puntería………son recuerdos de mi infancia, que como dijo el poeta “mi
infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el
limonero” solo que este no esta en Sevilla y tampoco tiene limonero madurando en un huerto
claro, pero si son de mi infancia y de un patio,………mi patio, el de mis
hermanos, el de mis padres, mis tíos….
Nuestro patio.
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