Nostalgia de aquellos recuerdos........
Aún recuerdo aquella casa en el casco antiguo de la ciudad,
3ª planta de un edificio ya antiguo y que sus propietarios se resistían en arreglarlos para así forzar a
los inquilinos
a que un día lo dejaran y ellos poder especular con el
terreno, allí vivía mi amigo Ignacio y
en la que tantas noches terminábamos de
recogida.
Vivía con el padre, redactor jefe del periódico de la cuidad, su madre enfermera
en el centro de salud de la zona
y su tía que se encargaba de la labores propias de una casa, recuerdo su cuarto
grande su toca disco y sus discos de vinilo de Tableton, Barón Rojo, Triana, Barricada….
Aquella estantería llenas de libros , el
capital de Carlos Marx, las obras completas del
Che Guevara, la Revolución según Lenin , libros que solo unas cuantas
librerías y solo bajo el mas estricto
secreto y clandestinidad nos hacían
llegar, su mesa de trabajo con
las viñetas siempre critica con un régimen
dictatorial y corrupto y que tantos
arresto le costo, lista para
enviar al diario local y alguna caricatura aún sin terminar de algún
encargo recibido, y en el centro una gran cama
donde terminábamos durmiendo
transversalmente más personas de
lo habitual y así caber todos en ella, en las ocasiones que contábamos
con compañía femenina , andábamos todos como buitres buscando la posición mas cercana a la presa y
así intentar que esa noche fuese algo mas que dormir con cinco melenudos harto de cervezas.
Pero había algo que siempre me llamaba la atención, sobre
media mañana, la tía, con el máximo sigilo y respeto pagaba a la puerta y
preguntaba.
.- Ignacio, estáis despiertos?
.- Si….
.- Cuantos sois – volvía
a preguntar la tía.
Ignacio, con la voz propia de una noche movida, le contestaba el numero de personas que esa
noche habíamos pernoctados en aquella habitación, y ya a esta mujer no se volvía a escuchar asta
pasados unos minutos que con el mismo sigilo
y cuidado volvía a golpear la puerta
y nos comunicaba que el desayuno ya estaba listo, al rato abriendo la
puerta que daba directamente de la habitación al salón, aparecíamos
casi todos con melenas , algunos con barba, otros solo con el bigote, pantalones vaqueros, camisas anchas ,
pañuelos o bufanda al cuello y casi todos con bolsa de costado… en la mesa
grande del salón nos encontrábamos , vaso de leche caliente, cola cao,
tostadas, mantequilla , alguna que otra bollería, etc… lo que nunca había eran preguntas , ni de la madre , la tía,
ni siquiera el padre con ese aspecto
mezcla de duro y bonachón, desayunábamos,
nos despedíamos y asta la próxima noche
que el destino nos llevara hasta aquella casa y
aquella familia que tan buena
acogida siempre nos daban.